viernes, mayo 20, 2005

de civilizaciones

Esta mañana, mientras desayunaba tostadas de pan-pan con aceite, ajo y tomate, he estado leyendo El País del pasado martes 17. Lo cierto es que no sé porqué extrañas combinaciones de casualidades y causalidades jamás puedo leer el periódico el mismo día que lo compro. El caso es que en la contraportada, al lado de la noticia del jodido pianista perdido en sí mismo (que ya he empezado a odiarlo terriblemente), estaba la habitual columna de Rosa Montero, que me ha hecho recapacitar sobre ciertas actitudes de bastantes personas, de las que podría poner nombre y apellidos y nº de la Seguridad Social. En todo caso reproduciendo la columna de Rosa Montero me evito pensar un nuevo post, que ya casi iba tocando y mi mente está últimamente en otras ocupaciones más de este mundo. Ahí va la columna:

El negro

"Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo polato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.
Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".-------Rosa Montero-
--------

12 Comments:

At 7:51 p. m., Anonymous Anónimo quiere decir...

sin mucho que acotar, delicioso tu post,lindo para esta mañana sin sol,y café, me falta mi tostada de pan-pan.

Te mando un abrazo de aquí a España y sus alrededores.

 
At 9:23 p. m., Anonymous Anónimo quiere decir...

Que ideas os da el tal Oliviero Toscani. (what a wonderful world)

 
At 9:30 p. m., Blogger Johan Schnabel quiere decir...

¿Toscani? ¿Provocador nada sutil? En todo caso es tremendamente creativo.

 
At 10:08 p. m., Blogger Nepomuk quiere decir...

Si tú te hubieras encontrado a un marroquí comiéndose, aparentemente, tu ensaladilla rusa, probablemente no habrías actuado de una forma tan "equilibradamente germana" ¿verdad?

 
At 12:51 a. m., Blogger Johan Schnabel quiere decir...

Mis ensaladillas, Nepomuk, tienen más de soviéticas que de rusas...

 
At 6:56 p. m., Anonymous Anónimo quiere decir...

Me llevé tu comentario a pasear conmigo, paseo dominical, y fue buena compañía...El amor no se puede medir.

 
At 10:58 a. m., Anonymous Anónimo quiere decir...

Me consuela saber que no soy la única con problemas para leerse el periódico en fecha.
Un acierto tomar el artículo de la Montero.
¿Qué pensaría la alemana de su tremenda generosidad y condescendencia tras descubrir el pastel?

 
At 1:06 p. m., Blogger Troy quiere decir...

No seré yo quien acuse a Rosa Montero de plagio... pero es una historia de Douglas Addams

(...) "- Así que compré el periódico, para hacer el crucigrama, y fui a la cafetería a tomar una taza de café. (...) Lo pido. Y también unas galletas... Me senté. A la izquierda puse el periódico. A la derecha, la taza de café. En medio, el paquete de galletas.

- Lo veo con toda claridad.

- Lo que no ves, porque aún no te lo he mencionado, es al tío que ya estaba sentado a la mesa justo enfrente de mí.

- ¿Qué aspecto tiene?

- Completamente normal. Maletín. Traje. No parecía que fuese a hacer nada raro.

- Ya. Conozco el tipo. ¿Qué hizo?

- Lo siguiente. Se inclinó sobre la mesa, cogió el paquete de galletas, lo abrió, cogió una y...

- ¿Qué?

- Se la comió.

- ¿Qué?

- Se la comió.

Fenchurch le miró asombrada.

- ¿Y qué demonios hiciste tú?

- Pues, dadas las circunstancias, hice lo que cualquier valeroso inglés haría. Me vi obligado - dijo Arthur - a ignorarle.


(...)

- Comí la galleta. Lo hice despacio, de manera ostensible, para que no cupiese duda de lo que estaba haciendo. Cuando me como una galleta - sentenció Arthur -, me la como.

- ¿Y qué hizo él?

- Cogió otra. Eso es lo que pasó - Insistió Arthur -, de verdad. Cogió otra galleta y se la comió. Tan claro como el día. Tan cierto como que ahora estamos sentados en el suelo.

Fenchurch se removió, incómoda. (...)

- Volví a la brecha - contestó Arthur -. Cogí otra galleta y por un instante nuestras miradas se encontraron. (...) Así nos comimos todo el paquete. El, yo, él, yo...

- ¿Todo el paquete?

- Bueno, sólo había ocho galletas, pero entonces parecía que llevábamos toda la vida comiendo galletas. (...) Cuando el paquete quedó vacío entre los dos, el hombre se marchó, después de haber hecho su barrabasada. Di un suspiro de alivio, claro. Anunciaron mi tren poco después, así que terminé el café, me levanté, cogí el periódico y, debajo de él...

- ¿Sí?

- Estaban mis galletas.

- ¡Qué! - exclamó Fenchurch -. ¿Cómo?

- Cierto.

- ¡No!


(¿¿¿A que soy un pedante???

 
At 1:21 p. m., Blogger Johan Schnabel quiere decir...

Magnífico Douglas Addams. ¿Has leido su teoría de que el fin del mundo llegará por una tremenda explosión en la tierra provocada por los extraterrestres para hacer una autovía de circunvalación galáctica?

 
At 9:26 p. m., Blogger H.G. quiere decir...

Primero que nada: gracias por visitar mi blog. Ha sido un placer visitar el tuyo.

Ya conocía una versión de la historia de Douglas Addams, mas igual me pareció muy bueno el artículo de Rosa Montero.

Como venezolano estoy seguro de que si en algún momento decido irme a otro país, seré víctima del mismo tipo de prejuicios´como si aquí viviéramos en chozas y no supiéramos lo que es la educación. Sin embargo, puede alguien culpar realmente a la alemana de la historia? La mejor forma de acabar con estos prejuicios es a través de la experiencia; ya que interactuando con personas de otras regiones es que nos podremos dar cuenta que al final, bajo las diferencias en el color de piel, en el lenguaje y en las costumbres; todos somos iguales.

Saludos!

 
At 10:01 a. m., Blogger Un tipo raro quiere decir...

¿Una circunvalación galática? ostia.. esa debe ser mejor que la de las galletas!!!

 
At 12:28 p. m., Blogger Troy quiere decir...

No... pero estoy cada vez mas interesado en su obra!! (Qué no sólo de, ¿cómo lo llamaste?, superficialidades vive el hombre!)

 

Publicar un comentario

<< Home

Neko