Raquel
Esta mañana me ha llamado Raquel. Hacía semanas que no hablaba con ella, seguramente porque odio visualizar Madrid. Me ha soltado a bocajarro que le gustaría venir a verme. Quiero saber cómo es tu vida ahora, Johan, ver tu casa, la pequeña alquería de la que me has hablado tantas veces, tus montañas, quiero ir contigo a tomar unos vinos al mesón de tu amigo José. Lo cierto es que me pilló absolutamente desprevenido, y reaccioné quizá con poco tacto. No es una buena idea, Raquel. No lo es. Si vienes no sabrás como es mi vida aquí, porque ya no será mi vida aquí, la contaminarás, será otra cosa. Es como la pregunta de qué hay más allá del universo, nunca podremos saberlo, porque si vamos más allá llevamos el universo con nosotros, nuestros átomos gravitando, es imposible ir más allá sin cambiarlo. El silencio al otro lado del auricular me pareció interminable. Finalmente dio la puntilla como sólo ella sabe hacerlo. Johan, te crees un personaje de novela decimonónica. Vete al carajo. El click me dejó más solo de lo que estaba.