lenguas
Dejé la mochila sobre la silla que hay junto a la puerta y seguidamente salí de nuevo con dos verdes y heladas Heinneken. Raquel, sentada en el umbral, intentaba recuperar el aliento.
- Joder, Johan, la vida urbana me mantiene en un estado de forma deplorable.
- Si te sirve de consuelo yo también estoy reventado. Quizá no ha sido muy buena idea ir hasta allí arriba con el calor que hace hoy - me bebí media cerveza de un trago-. ¿Sabes que anoche, echando un ojo al blog, me topé con un comentario que alguien hacía con respecto a tu llegada?
- ¿Todavía escribes ese blog?
- Sí, a ratos, pero escribo.
- Recuerdo que en uno de los primeros post decías que lo escribías casi exclusivamente para que lo leyera yo.
- Sí, Raquel, esa era la idea, pero con el tiempo tú dejaste de leerme y yo dejé de escribir para tí.
- Y dime, Johan.. ¿qué comentaba ese alguien con respecto a mi llegada?
- Decía algo así como que ahora que estás aquí no es momento de retorcer el lenguaje a lo Schnabel. No acabo de comprender eso de retorcer el lenguaje a lo Schnabel.
- Pues te aseguro que yo sí lo comprendo, señor Schnabel. Y el tipo que te escribió el comentario se ve que también te ha calado.
- ¿Tú crees?
- ¿Sabes, Johan? ... Ahora mismo tengo uno de esos momentos en los que te da la impresión de que esta conversación ya la has tenido, que este preciso instante ya lo he vivido. Un deja-vú, ¿no se dice así?.... Y ya sé lo que me vas a decir, que estoy cansada por la caminata y que es una jugarreta de la mente, que fabrica falsos recuerdos...
- Pues no, mira, no te voy a decir eso.
- Ah, ¿no?
- No. No es un falso recuerdo lo que tienes ahora. Es un verdadero recuerdo. Es cierto que es una jugada de la mente, pero el recuerdo es verdadero. Cuando se dan ciertas condiciones, se nos cruzan los cables neuronales y...te voy a poner un ejemplo: yo te saco la lengua. Tus ojos procesan la imagen y la envían al cerebro, y éste a nuestra consciencia...pero a veces ese proceso se ralentiza infinitesimalmente, y somos conscientes del suceso unos instantes ínfimos de tiempo más tarde de lo que debiéramos. Y en esos instantes que tardamos en ser conscientes del suceso, por otra vía ya se ha anclado en nuestra memoria, a la que llega más rápido que a la consciencia. O sea, que somos conscientes de algo que sucede y que previamente ya teniamos en la memoria, por eso nos da la impresión de haberlo vivido antes. Pero el recuerdo en sí es verdadero, realmente tu recordabas que yo te saco la lengua antes de ser consciente del hecho.
- Nunca me has sacado la lengua, Johan.
- Ni lo sueñes. Creo que es el órgano más íntimo que tenemos, y no es para que esté por ahí en los recuerdos ajenos...