miércoles, abril 27, 2005

peces voladores

- Dicen que los peces voladores tienen un cierto sabor a pollo de granja.

- Fale, Johan. A pollo de granja. ¿Y con ellos qué hacen, caldo de ave o de pescado?

- Te estoy hablando en serio, José. No digo que su sabor sea exactamente como el de un pollo, pero las especiales características de estos peces, constantemente saltando fuera del agua para cazar insectos, hacen que su sabor sea peculiar. Ya sabes, la exposición al aire, la diferencia de peso corporal fuera del agua, puede que incluso los rayos del sol...

- Johan, te dije hace media botella que este vino de la Sierra de Gata tiene sus peligros...

- Sí, ya me han contado, te podría citar un par de libros donde hablan de extrañas luces que os persiguen a los hurdanos por las noches, incluso de oscuros episodios de hombres voladores...

- Jurdanos, Johan. Se dice jurdanos.

- Dame la botella, José.


viernes, abril 22, 2005

Naturaleza muerta

Como un pez que se asfixia en el agua y odia la humedad y nunca supo nadar y cree, incauto, que tras el espejo de ahí arriba existe un mundo maravilloso y prometedor.
------Foto: Schnabel------

lunes, abril 18, 2005

cambio

- Has cambiado, Johan.

- Todos cambiamos, es la regeneración celular, ¿sabes?, estamos constantemente cambiando, literalmente no somos los mismos que éramos hace unas horas, por no hablar de hace años.

- Pero tú cambias más que el resto de la gente, y más deprisa.

- Quizá seas tú la que cambias más y más deprisa y esa es la razón de que ya no me reconozcas.

- No voy a entrar de nuevo en tus argumentaciones absurdas, Johan.

98 minutos

Hace unos días, charlando con unos amigos en un bar de cañas de Plasencia, derivó la conversación hacia nuestras películas favoritas. Y salieron a la palestra las más variopintas: Reservoir Dogs, Historias de Filadelfia, Casablanca (típica), El tercer hombre...incluso alguna de Woody Allen. Pero cuando yo nombré La Princesa Prometida, de Rob Reiner, todos me miraron con cara de "éste se quiere quedar con nosotros". Nadie sabía de qué película estaba hablando, excepto Carlos, y eso después de refrescarle bastante la memoria hablándole de la Princesa Buttercup, de su amado Westley, del ladino Vizzini, y sobre todo del inenarrable Íñigo Montoya ("hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir"), por no hablar de la banda sonora de Mark Knofler. Joder, si solo el flujo vital de Íñigo Montoya, buscando durante toda su vida al hombre con seis dedos en la mano derecha que asesinó a su padre, ya merece tres películas más. Pero no, el snobismo siempre ha estado presente en los gustos cinematográficos, y en una conversación siempre queda mucho mejor decir que te encanta el cine-gore de Tarantino. Los cuentos de hadas son para los niños. Y os juro que este post iba en serio.

domingo, abril 17, 2005

ida y vuelta

Una comida de trabajo (absurdo término) con dos directivos de mi empresa en Madrid no era, evidentemente, mi mejor hoja de ruta para acabar la semana. Y más cuando era consciente de que me iban a dar una larga charla sobre mi poca implicación con la empresa, mi despreocupación por los objetivos y demás vainas. Como dirían aquí, sabía que me iban a correr el tejao. Pero el encuentro no fue tan malo como yo temía. Fue mucho peor. Tipos de trajes impecables, gomina escultórica, y un restaurante muy internacional, muy moderno y muy...en fin, dejémoslo. Esa noche, casi llegando a mi casa en Las Hurdes, decidí que iba a seguir adelante unas cuantas decenas de kilómetros más. Hasta Riomalo, alquería de Caminomorisco. Nada más atravesar la puerta del mesón-asador de José Manuel Carrero sabía que ese espantoso día podía no acabar tan mal al fin y al cabo. Y no me equivoqué, y conseguí olvidar el restaurante de Madrid y todo lo que allí ocurrió cuando la mujer de José Manuel me sirvió unas deliciosas patatas meneás, con buen vino de cosecha familiar y clandestina, manjares de dioses, seguidas de los mejores huevos fritos con pimentón y panceta que he probado jamás. En la sobremesa José Manuel se sentó conmigo y, mientras fumábamos esos peculiares puros que siempre me ofrece, prometió llevarme por una ruta a pie de cuatro horas en Las Batuecas para ver unas pinturas rupestres que, me dijo muy serio, harían que me olvidara de Paul Klee. Definitivamente dormí como un niño esa noche.

martes, abril 12, 2005

deshielos

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cara a cara

Vivir
con la maleta en la puerta
siempre cerrada
esperándote para escapar
otra vez
otra vez
la maleta sin deshacer
no tiene tiempo
de escupir el polvo
del camino
te mira la maleta
mientras bebes otro trago
otro trago
bebes otro trago
de aguardiente nómada
y le arde la garganta
a la maleta
muerta de sed
por mirarte beber
sin piedad
en su presencia
tu amistad
vale lo que un trago
de aguardiente
nómada

viernes, abril 08, 2005

Ciclo de aventuras oníricas de Randolph Carter. Capítulo I.

Vivir durante días, semanas, dentro de los sueños, liviano, irreal, ajeno, vacío de uno mismo.---------------(Foto: Schnabel)

Neko