jueves, diciembre 30, 2004

Road-Movie

Vagar errático a cambio de dinero, no es mal negocio: he perdido un gran porcentaje de mi sueldo mercenario, pero a cambio puedo trabajar sin horarios y sin residencia fija. Milagros de la red y de estas empresas tan europeas, tan modernas y tan lejos de lo humano. Pero tal apertura de horizontes es como pasar de un mundo bidimensional a otro en tres dimensiones. Tantas posibilidades delante de mí me producen una desazón inesperada, quizá finalmente soy un cobarde, me da miedo escoger una ruta errónea, me asusta darme cuenta de que sólo viviré una vida de las millones posibles. Y me acuerdo de Borges (el sendero que tercamente se bifurca en otros) y de Kundera (la vida como una obra de teatro en la que el primer ensayo para vivir es ya la vida misma). Así que, contemporizando, me dedico a no pensar demasiado y a vivir estos días como un Road-Movie (tengo, o quizás tuve, una amiga que odia la colonización lingüística, pero un Road-Movie es un Road-Movie, lo de Película de Carretera me suena, lo siento, a charanga, pandereta y procesión de pueblo).

miércoles, diciembre 29, 2004

Niebla

Las sensaciones en los extraños mecanismos de mi memoria son, en un altísimo porcentaje, recuerdos visuales. Visiones estáticas. Los muchos años que dediqué a la Fotografía supongo que han influido bastante en esta manera de ejercer la recuperación de los recuerdos. Y esta mañana, al salir a la calle, la visión de la niebla hizo saltar uno de mis particulares deja-vu, de hace 10 años, cuando un barco en la niebla de Lisboa me transportaba, sólo y dolorido como un perro apaleado, hacia un futuro desconocido que no me importaba en absoluto. Quizá ahora también me dirijo hacia ese futuro en la niebla, hacia los confines de quién sabe qué.

lunes, diciembre 27, 2004

Regreso.

He vuelto, que no es mucho decir, porque quizá nunca estuve y porque en mi anterior diario (qué absurda palabra), como en éste, sólo escribía para una persona. Y ahora es también Raquel la que me hace de nuevo situarme a este lado del espejo con la vana esperanza de que quizá algún día, aburrida y perezosa, pinche en el link oportuno del Comité de los Sueños y lea alguna de estas lineas antes de ir a fumarse un cigarrillo a su ventana abierta a la noche de Madrid, consciente y sorprendida de que aún existo. De ese Madrid que ya he abandonado definitivamente, después de más de un año perdido en mí mismo, como tantas y tantas cosas que me he dejado en el camino. Que ya no venga el mundo a vivirme, que ahora soy yo el que, sin embargo, me muevo.

Neko