- José, ¿cuánto puede pesar un nido de cigüeñas? ¿Trescientos, cuatrocientos kilos?
- ¿Y ese repentino interés?
- Nada, simplemente he estado mirando antes el que hay sobre la casa de Julia y me he preguntado cuánto tiempo aguantará el tejado.
- Bien, Johan, si quieres hablar de cigüeñas hablaremos de cigüeñas.
- No creo que el tema dé para mucho, sinceramente.
- ! Qué sabes tú, pobre holandés errante!
- Sé que traen niños, que no le hacen ascos a la basura y que son viveros de piojos, pero aún así me gustan.
- ¿Te gustan? Bien, Johan, pues ábre las orejas. Las cigüeñas que pueblan Europa, que cada vez colonizan más ciudades y pueblos y centrales eléctricas, son la avanzadilla del integrismo islámico más radical. Ríete tú de los aficionadillos de Al-Qaeda.
- Esta vez sí que no te veo venir, José.
- ¿Sabes porqué sus nidos están siempre en Iglesias y en tendidos eléctricos? Porque las cigüeñas, en sus migraciones anuales a África, han sido inoculadas con un virus letal por los terroristas islamistas, virus que a medio plazo acabará con los curas y con los técnicos de mantenimiento de Iberdrola, los dos grandes pilares de nuestra sociedad, y la gente se verá obligada a buscar otros pastores que conduzcan sus vidas espirituales y otras energías alternativas: y ahí entrarán de lleno los terroristas, ocupando esos puestos claves y atacando así los cimientos de nuestro sagrado mundo capitalista.
- Sí, lo veo, José, lo veo claro, qué estúpido he sido...¿Y la casa de Julia? ¿Porqué ella también tiene su nido y sus virus?
- Se lo hice instalar yo cuando me dejó. ¿Más vino?